de la Asociación Internacional de Esorcistas
La «noticia», o mejor dicho, el«bulo», circula al menos desde 2017. Y no vamos a citar su fuente primaria, ni su «autor» repetición en Italia, ya que es más conveniente pasar por alto el tema. En resumen: los exorcistas de un país al otro lado de los Alpes —según los medios de comunicación transalpinos y nacionales— ganarían hasta 12.000 euros al mes, 500 euros por sesión. En definitiva, una profesión muy lucrativa: empresarial, podríamos decir.
Es una pena, pues esto no se corresponde con la realidad y, como suele ocurrir en la era de la información del «copiar y pegar», esta mentira se ha difundido, no tanto por cualquier desmentido, sino por el propio sentido común o por ese rigor lógico que cabría esperar de ciertas redacciones ilustradas o iluminadas.
Así, no solo ha surgido, sino que se ha consolidado el «mito» del exorcismo tarifado y lucrativo, tanto en el extranjero como en Italia. Por último, cierto «periodismo sensacionalista», con el fin de darse una pátina de credibilidad, llega incluso a citar como fuente a la Asociación Internacional de Exorcistas. Sin embargo, la realidad es muy diferente y debe seguir siéndolo: es decir, la absoluta gratuidad del ministerio exorcista.
Obviamente, estamos hablando del exorcismo regulado por la Iglesia Católica y administrado por sacerdotes católicos designados para este servicio por sus respectivos obispos, con una licencia especial y expresa (cf. can. 1172 del Código de Derecho Canónico). En cuanto a lo que hacen otros autodenominados exorcistas pertenecientes a otras realidades más o menos religiosas, más o menos esotéricas-ocultistas, o más o menos fraudulentas, corresponde a otras entidades juzgarlo, empezando por las fuerzas del orden y la magistratura.
En lo que respecta a la Iglesia católica, como recuerdan las «Líneas Guía para el ministerio del exorcismo», las oraciones de curación y liberación, al igual que la acción pastoral del exorcismo, están y deben estar desvinculadas de cualquier forma de ofrenda monetaria, a fin de poner de manifiesto la gratuidad de los dones del Señor. De hecho, ningún fiel debe encontrar obstáculos o límites para beneficiarse de la gracia divina, ni debe sentirse obligado a pagar una «compensación» por la acogida y la escucha recibidas por parte de un sacerdote exorcista. De ello se deriva también el vivo consejo de rechazar cualquier ofrenda libre para poner en práctica las palabras del Señor:
«Gratis lo recibisteis, dadlo gratis» (Mateo 10,8).
¿Bastará esta aclaración para desmentir tanto las noticias infundadas como su renovada difusión?